Grupo de 4º de Arqueología de la UCM: Helena Muñoz, Patricia González, Andrea de Juan y Nuria Schlesinger.

martes, 13 de octubre de 2015

El deporte y los juegos en la Edad Media


Andrea:


El deporte y los juegos son una de las manifestaciones más antiguas de la humanidad. El deporte, tal y como se conoce actualmente, tiene una concepción de competición, y en buena medida también de salud: se practica deporte para “estar en forma”. En la Edad Media no existía dicha concepción que relacionaba el deporte con la salud, en cambio la concepción competitiva sí que existía, es decir,  que se jugaba o se hacía  deporte para ganar, ya fuera fama o prestigio, así como también riquezas y honores. 

Hay una evolución general del deporte y los juegos en la Edad Media. Entre los siglos XI y XIII abundan sobre todo  los torneos y las luchas entre caballeros. En esta época el ideal caballeresco está en pleno apogeo y esto hace que en las cortes europeas se organicen torneos entre caballeros. Esto dará lugar a que muchas  de las novelas caballerescas tengan como temática  principal estas justas y torneos. Posteriormente entre los siglos XIV y XV, hay un cambio. El paso de la Alta Edad Media a la Baja Edad Media provoca que el ideal caballeresco decaiga. La vida en las ciudades se impone y con ella cambian las costumbres, juegos y deportes. De este modo los juegos y deportes practicados por los nobles y la gente del pueblo, que ya eran diferenciados en este momento, empiezan a distanciarse cada vez más.

El deporte en la Edad Media no es igual en Oriente que en Occidente, al mismo tiempo que tampoco es igual el deporte que practicaban los altos estamentos frente a las clases más  bajas de la sociedad. A lo largo de la historia vemos como el deporte va muy ligado al entrenamiento militar. Muchos de los deportes y juegos que se practicaban servían para entrenar a los soldados en tiempo de paz. Éste fenómeno es visible desde el antiguo Egipto hasta la Alta Edad Media. Es en la Baja Edad Media donde hay un gran cambio, ya que los deportes se  popularizan. Anteriormente el deporte era casi exclusivo de la aristocracia y la realeza, sin embargo, a  partir del siglo XIV, con el apogeo de las ciudades medievales y la aparición de una nueva clase social, la burguesía, surge un deporte que ya no es exclusivo de las clases altas. Se desarrollan en las ciudades juegos más populares en los que todo el mundo  puede participar. Con la aparición de estos  juegos populares aparecen también las regulaciones reales y municipales de las ciudades. Se prohíben los juegos de azar en donde se puede apostar dinero para primar a los deportes más físicos y de destreza.

HIPÓDROMO:
En el Imperio Bizantino se mantiene la tradición romana que une el espectáculo con el deporte a través del hipódromo de Constantinopla, heredero directo del circo romano. En el hipódromo se realizaban las carreras de caballos y era también un indicador de la política del Imperio. El emperador, una vez elegido, se presentaba públicamente en el hipódromo y recibía las aclamaciones del pueblo. En esta época el Emperador iba al hipódromo para ser reconocido por el pueblo, si esto no ocurría el Emperador solía ser depuesto. Era uno de los pocos lugares donde la opinión pública bizantina se podía expresar libremente. Además en esta instalación había diferentes facciones políticas representadas cada una por un color, las cuales apoyaban diversas opciones religiosas dentro del Imperio Bizantino. 


AJEDREZ:
Otro juego o deporte de la época es el ajedrez, el cual se introduce en la Europa occidental a través de los árabes que ocupan la Península Ibérica en el año 711. El ajedrez, actualmente considerado un deporte, se  practica sobre un tablero dividido en sesenta y cuatro cuadrados, treinta y dos blancos y treinta y dos negros. El jugador dispone de diversas piezas (ocho peones, dos torres, dos caballos, dos alfiles, una reina y un rey) y cada una de ellas tiene un movimiento característico. El objetivo es capturar el rey del contrario. Éste deporte fue muy  popular a lo largo de la Edad Media, y ha perdurado hasta nuestros días sin variación alguna, desde que los musulmanes lo adoptaran de Persia, el cual había llegado a través de la India. (donde ya se jugaba en los siglos V y VI d. C.). El juego, tal y como apunta el arabista Juan Vernet, fue introducido por el iraquí Ziryab en la ciudad de Córdoba, hacia el año 857. Por estas fechas ya era conocido en la zona oriental del Islam en el siglo VI. El juego también fue difundido a través de las cruzadas desde Oriente hacia Europa. Otro de los deportes que también introducen los árabes es el polo, deporte que mezcla el arte de montar a caballo y el manejo del mazo con el que se le da a la pelota, para llegar al objetivo final de puntuar marcando.


JUSTAS Y TORNEOS:
Las justas y los torneos serán el deporte principal del momento y surgen paralelamente al auge y posterior desmoronamiento del Imperio Bizantino en la Europa Occidental, momento en el cual se desarrolló el ideal caballeresco y con él la celebración de dichas justas y torneos. Éstos torneos son la válvula de escape de la ínfulas bélicas de la caballería feudal y de la violencia señorial indiscriminada. Esta actividad es muy semejante al deporte y se encuentra en la frontera entre el juego y la guerra. El marco dónde tiene lugar son los castillos y campamentos reales. El poder de convocatoria de las justas y de los torneos es enorme, convirtiéndose en un espectáculo público pero no con la magnitud de los juegos olímpicos o de las carreras en el hipódromo bizantino. Estas dos actividades mezclan elementos deportivos (competitividad, destreza, fuerza), con elementos lúdicos (premios, honores, recompensas) y también militares (combate, armamento, riesgo físico) que llevan a la gloria, a la victoria, a la humillación o a la mutilación en el mejor de los casos, ya que la muerte siempre estaba presente en los torneos, no tanto por una herida recibida, sino por la infección o la gangrena.
La participación en estos torneos está reservada exclusivamente a las clases altas, aquellas que eran capaces de disponer de tres o cuatro caballerías adiestradas para la guerra, y que además tenían los fondos necesarios para el salario de una serie de servidores (pajes, escuderos, armeros, portadores de lanzas y estandartes etc.) Los principales participantes de los torneos son los miembros más jóvenes de las familias de la alta y baja nobleza, quienes buscaban en dichos torneos alcanzar la gloria y los favores de las mujeres. 
Con el transcurso del tiempo los torneos se desplazan del mundo rural a los centros urbanos, dónde se acondicionan plazas y espacios capaces de contener cabalgadas y combates. Algunos torneos se celebran con motivo de la llegada a la ciudad de reyes o miembros de familias reales. De esta forma los torneos pierden su componente básico militar y ganan publicidad y asistencia de espectadores, posibilitando al pueblo llano el acceso a un ritual hasta el momento reservado a las clases dirigentes. 


LA CAZA Y LA CETRERÍA, DEPORTES REALES:
La caza es uno de los deportes por antonomasia, la cual ya era practicada  desde el paleolítico de muy diversas maneras. La caza puede ser defensiva u ofensiva según si el hombre se limita a  protegerse de las agresiones de los animales salvajes o, por el contrario, toma la iniciativa debido a que puede suponer una fuente de ingresos económicos o como sustento. Pero existe una excepción que no contempla los supuestos anteriores, al menos de forma directa, y es cuando el hombre caza por placer, por deporte, dando lugar así a lo que entendemos por caza lúdica, practicada por la alta nobleza y la realeza de forma casi exclusiva. En la Edad Media la caza era, al igual que las justas, un signo de distinción social y un substituto de la guerra. Se organizan cacerías para probar tanto el valor de los cazadores como la destreza en el uso de las armas. El objetivo principal era la obtención de buenas piezas que estaban destinadas a surtir la mesa de una aristocracia que hace de la carne la base de su alimentación hasta límites insospechados. La caza está monopolizada por el rey y había monarcas adictos a este deporte, hasta tal punto que muchos abandonan los asuntos de estado para disponer de unos días de montería. Existían medidas para proteger algunas especies de animales sobre todo a lo largo de los siglos XIV y XV. Las variedades más  protegidas eran los ciervos y corzos, por un lado, y perdices, faisanes y francolines  por el otro. 
Hay dos formas básicas de practicar la caza: a pie y a caballo. Se usan perros y aves de presa así como diferentes tipos de armas. Éstas principalmente son arrojadizas (venablos, flechas, lanzas) pero también las hay manuales (dagas, cuchillos, espadas), que sirven para preparar las piezas in situ.


EL JUEGO DE LA BALLESTA:
Con el desarrollo de las ciudades en la Baja Edad Media y la aparición de la  burguesía, se desarrollan nuevos juegos y deportes. Una de las prácticas deportivas más populares en las ciudades de la Baja Edad Media era el juego de la ballesta. Era una prueba difícil que combinaba la fuerza física con la  precisión y la destreza. La ballesta se introduce en Europa a partir del siglo XIII y la celebración de concursos y juegos se convierte en un hecho cotidiano. En la Barcelona medieval del siglo XIV se celebraba una competición anual llamada  “joc de la ballesta”, convocada por las autoridades municipales. El premio para el ganador consistía en una ballesta decorada al estilo genovés, con el escudo de la ciudad en plata fina. En la Mallorca del siglo XV, en la ciudad de Palma, los premios para los ganadores del juego de ballesta son totalmente monetarios. El gobierno municipal de la ciudad desviaba dinero de los impuestos recaudados (sobre el aceite, el vino, las carnes...) para pagar al ganador del torneo. En un principio las dianas de los ballesteros son inmóviles pero pronto se dispara contra aves, animales y frutas colgadas en los árboles. 


EL JUEGO DE PELOTA:
Junto con los deportes-espectáculos, como los torneos, y los deportes de aventura, como la caza mayor, se practica en las ciudades un juego más sencillo y, en cierto modo, más humilde. No precisa de grandes espacios ni de grandes medios, sino de un plano vertical y de una pequeña pelota confeccionada con trapos envueltos en una cubierta de cuero. Se trata del juego de pelota, que consiste en impulsar la  pelota con la mano (desnuda o protegida por un guante) o con la ayuda de una pala o raqueta contra la pared o frontón. El juego, por su simplicidad, se conoce desde tiempos antiguos en distintas latitudes. Gozó de divulgación entre griegos, egipcios, romanos e incluso en ciertas culturas  precolombinas, como los mayas, como actividad lúdico-ritual. En la Edad Media se practicó desde el siglo XII, aunque alcanzó verdadera difusión en el XIV. En un primer momento se juega en plazas y calles y se inicia a finales de la Baja Edad Media por iniciativa pública o privada. A lo largo de los siglos XIV y XV es habitual la imagen de niños y adultos  practicando este juego en las calles de las ciudades y organizando competiciones o apuestas. También se juega frenéticamente en los patios de las casas, en el interior de las tabernas, burdeles y garitos, donde su popularidad alcanza cotas inauditas. 


Fuente: BENITO JULIÀ, R. (2005). “El deporte y los juegos en la Edad Media”. Revista Medieval, enero.

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