Grupo de 4º de Arqueología de la UCM: Helena Muñoz, Patricia González, Andrea de Juan y Nuria Schlesinger.

jueves, 8 de octubre de 2015

Torneos medievales: su historia

Andrea:

Uno de los temas que queremos mostrar en nuestro proyecto son los torneos que tenía lugar en la Edad Media y que son una de las facetas más conocidas de esta época para la gente en general. Así pues quiero comentar brevemente en que consistían estos torneos, mas aún teniendo en cuenta la imagen distorsionada que mucha gente tienen de ellos a raíz de las películas y las series de televisión.

Torneos Medievales

La generalización del uso del estribo y la lanza en posición de ristre, bajo la axila, a finales del siglo XI en Europa occidental convirtió a los jinetes en una élite que dominó los campos de batalla (ya que solo los miembros de la élite podía permitirse ser caballeros), de modo que el nuevo sistema de ataque, unido a la difusión de la cota de malla como arma defensiva, transformó a los caballeros en una fuerza de choque imparable. Sin embargo, en un principio esta forma de combatir (que surgió en la Normandía francesa y resultó de gran efectividad durante la Primera Cruzada) exigía un mayor entrenamiento colectivo, de modo que a principios del siglo XII se tienen noticias de enfrentamientos amistosos en campo abierto entre grupos de guerreros de localidades diferentes. No existían normas: sólo se definían algunos lugares como refugio y las armas eran las utilizadas habitualmente en la guerra.

Hacia 1125/1130 esta práctica en el norte de Europa obtuvo tanta popularidad que la Iglesia optó por pronunciarse en su contra en el Concilio de Clermont (1130), negando el enterramiento cristiano a todo aquel que falleciera durante su participación en esta peligrosa práctica. En 1175, el arzobispo Wichmann de Magdeburg ordena además la pena de excomunión para sus participantes.

A pesar de la condena de la Iglesia, el éxito de estas justas era ya imparable y poco a poco se fueron imponiendo una serie de reglas que establecían lugares oficiales donde practicar estas actividades y, sobre todo, armas ofensivas y defensivas que debían utilizarse, como por ejemplo armaduras de tela acolchada o, posteriormente, de cuero hervido dando origen a un tipo de armadura denominado cuirass, y yelmos completamente cerrados, cuyo campo de visión era muy reducido. Como consecuencia del carácter “deportivo” de los torneos, convirtiéndose en una actividad básicamente lúdica y de competición, perdieron su sentido dentro del combate real y por lo tanto ya no tenían una dimensión legal o ritual. Se convierte en este momento en un espectáculo popular de gran prestigio social.

En España este fenómeno hizo su aparición de forma tardía, ya que la Reconquista dejaba poco espacio para la práctica de estas actividades. En el siglo XIII los textos ibéricos emplean la palabra “torneo” para hacer  alusión a un tipo de táctica militar consistente en el ataque y repliegue de las tropas al campamento para reagruparse. Es en el reino de Aragón, posiblemente por su proximidad y mayor contacto con el vecino reino de Francia, donde se documente los primeros torneos, como el que tubo lugar en 1272 motivo del encuentro de Jaime I de Aragón y Alfonso X de Castilla en Valencia. Si bien, tras una época dorada que coincide con la expansión mediterránea aragonesa, las referencias a torneos en el siglo XIV se encontrarán más frecuentemente en Castilla, donde en 1324 se organiza una justa con motivo de la entrada del rey Alfonso XI en la ciudad de Sevilla. Fue precisamente gracias a este monarca por el cual los torneos experimentaron una importante difusión, sirviendo como catalizador la fundación de La Banda en Victoria en 1330. Ésta fue una orden militar creada para la realización de esta clase de competiciones, que tenía como obligación participar en todas aquellas organizadas por el rey. Esta orden no tuvo una larga vida aun así los torneos siguieron ganando impulso posteriormente con monarcas como Alfonso XI y Pedro I el Cruel. La mayor difusión de los torneos en España tendrá lugar durante el reinado de Juan II, quien fue muy hábil en el combate. Los primeros grandes torneos patrocinados por él fueron a raíz de su coronación en Zaragoza en 1414.

En el siglo XV los torneos evolucionan. Uno o varios caballeros realizaban un desafío formal anunciando su intención de defender un puente o plaza fuerte. Por supuesto, siguieron practicándose los combates con armamento real, incluso incrementándose generalmente en combates a pie con espada, daga o hacha. Junto a ellas aumentan también las competiciones de carácter simplemente lúdico, consistentes en ensartar la punta de la lanza en un anillo o golpear un escudo giratorio en lo alto de un poste. En España fueron asimismo muy populares los juegos de cañas, consistentes en dos equipos que arrojaban jabalinas sobre los escudos del contrario. Seguramente las justas fueron la transformación en espectáculo deportivo de una serie de entrenamientos militares más propios de la guerra librada en la Península contra los musulmanes. Durante este periodo el armamento evolucionó notablemente. Se observa la aparición de las armaduras de planchas metálicas  que acabarán cubriendo completamente el cuerpo del caballero. Las armaduras del torneo adoptan el ristre o sujeción para la lanza, mientras que su costado izquierdo es cada vez más robusto y eventualmente adquiere una mayor ornamentación, estando cubiertas de seda o de terciopelo. El yelmo es sustituido por uno que posee una protección facial cónica. Asimismo el escudo triangular deja de utilizarse en estas competiciones.

El siglo XV será la época dorada de los torneos que se convocaban junto a los castillos de forma periódica o con ocasión de acontecimientos especiales, como coronaciones, matrimonios, firma de tratados o treguas, entre otras. En 1434 destacará el Passo Honroso del Puente del Río Órbigo organizado por Suero de Quiñones y al que acudieron caballeros procedentes incluso de Alemania, que conocemos bien gracias a la crónica de Pero Rodríguez de Lena. En este siglo se observa otra evolución en el armamento con el desarrollo del yelmo de justa que cuenta con una forma en cuña con el objetivo de desviar el impacto de la lanza y cuyo visor queda oculto cuando el participante levanta la cabeza.

En el siglo XVI los torneos se desarrollaban en el transcurso de ceremonias reales o con el objetivo de resolver disputas diplomáticas dentro de un marco más o menos teatral. Para ellos se construyen escudos mecánicos que saltan en pedazos cuando son golpeados en un punto determinado. A partir de este momento empieza a ser frecuente que la realeza tome parte en estas competiciones. Tras la muerte de Entique II de Francia los torneos se convertirán en meras demostraciones de destreza ecuestre desprovistas de carácter competitivo hasta su definitiva desaparición.


Fuente: BALBÁS, Y. : Torneos medievales (deporte como ostentación del poder). Revista “Memoria (La Historia de cerca)” Nº VI, sept. 2007. Págs. 104-112



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