MEDICINA EN LA EDAD MEDIA:
HOSPITALES
Hospital de Santa María Magdalena fundado por un arcediano en Cuéllar.
1429
Hospital Mayor de pobres de Játiva, Valencia.
Siglo XV
HOSPITALES BIZANTINOS
A diferencia de las polis antiguas, configurada por edificios emblemáticos, como el teatro o las termas, la polis cristiana oriental quedará definida por las iglesias, los hospitales y las instituciones benéficas.
En la parte oriental del Imperio romano persistieron unas condiciones
políticas muy estables y unas ciudades más grandes. En estas ciudades nacieron
los hospitales llamados “xenones”. El término “xenón” (de xénos=extranjero) fue utilizado para designar los
albergues, generalmente monacales, que incluían cuidados médicos para todos los
necesitados. En el siglo VI el hospital bizantino ya estaba plenamente
desarrollado. Justiniano convirtió a los antiguos médicos públicos en médicos
de los xenones cristianos. Los médicos principales eran asignados en turnos
mensuales a los hospitales. Algunos de éstos, como “Sampson Xenon de
Constantinopla” mantenían una plantilla de médicos y cirujanos, y disponían de
salas especializadas quirúrgicas y oftalmológicas.
En 1136 el emperador Juan II Comneno fundó en Constantinopla el
Monasterio del Pantokrator. Formando parte de éste estaba el gran Pantokrator
Xenon. Este hospital mantenía 50 camas agrupadas en cinco secciones, entre
ellas las de patologías quirúrgicas, las de enfermedades oculares e
intestinales, y las reservadas para mujeres. Llegó a estar atendido por 17
médicos, 34 enfermeros; con un almacén para fármacos supervisado por seis
farmacéuticos. Poseía además una librería y un salón de conferencias. Había también
un médico de prestigio contratado para instruir a los estudiantes.
En sus comienzos, los hospitales bizantinos estuvieron dedicados a los
pobres. Pero, a medida que se convertían en centros sofisticados atendidos por
lo mejores médicos, llegaron a ser utilizados por las clases acomodadas. Las
primeras evidencias de esta tendencia se remontan al siglo V, con el
“xenodocheion” fundado en Edessa por el obispo Rabbula, que atendían también a
enfermos adinerados.
La filantropía fue siempre el motivo explícito de la existencia de estos
hospitales (filantropía eclesiástica, filantropía imperial, filantropía de los
ricos patronos y filantropía médica). Obviamente, la filantropía no fue el único
motivo. Construyendo xenones los obispos lograban aumentar su influencia
política, los emperadores ganaban apoyo popular, los ricos ganaban poder y los
médicos ganaban experiencia, prestigio y clientela privada fuera del hospital.
HOSPITALES ISLÁMICOS
Comenzaron a existir tras la conquista de los territorios en los que
existían hospitales de origen bizantino y médicos de formación clásica.
El
primer hospital musulmán fue construido en Damasco hacia el año 707, con la
ayuda de cristianos sirios.
La influencia más significativa fue ejercida por los cristianos
nestorianos que se encontraban refugiados en Persia, donde habían fundado
escuelas de medicina y edificado hospitales. Los orígenes persas-nestorianos de
los hospitales musulmanes están patentes en la palabra que los designa,
“bimaristán”, un vocablo persa que significa “lugar para enfermos”. Los birmistanes fueron edificados poco tiempo después de la conquista
árabe, siguiendo el modelo de los “xenones” bizantinos. Ya a finales del siglo
VIII, el califa Harun al Rashid fundó un birmistán real en la nueva capital de
Bagdag.
A partir del siglo XI se construyeron birmistanes en las principales
ciudades bajo el dominio musulmán. Estas instituciones llevaban el nombre de su
fundador. Los birmistanes lograron alcanzar un gran nivel de excelencia y
suntuosidad muy pronto: “Contaban con todas las dependencias propias de un
palacio real”. Algunos birmistanes importantes son: el Birmistán Nuri de Damasco,
Birmistán Mansuri de El Cairo, etc. Este último distribuía a los pacientes en
distintas salas según sus padecimientos, poseía enormes depósitos de víveres y
medicamentos, incluso tenía en su interior una mezquita y una biblioteca. Sus
salas estaban atendidas tanto de día como de noche por personal de los dos
sexos y su administración era ejercida por personal específico.
En relación al Al-Andalus no hay evidencias de hospitales anteriores al
Maristán de Granda, erigido en 1365 por el sultán nazarí Muhammad V. En su
lápida fundacional hay una inscripción que dice: “…ordenó Muhammad V construir este maristán como prueba de gran
compasión para con los enfermos musulmanes pobres… Por esta construcción ha
realizado una buena obra, hasta el momento sin precedentes desde la
introducción del islam en estas tierras… La ha ofrecido a Dios, en demanda de
recompensa”. Tenía una planta rectangular, en cuyo centro había una
alberca, alrededor de la que se abrían cuatro naves de dos pisos. Las naves estaban
compartimentadas en celdas, comunicadas entre sí y abiertas al patio central.
En tiempos de los Reyes Católicos, el maristán estaba dedicado exclusivamente a
la atención de enfermos mentales y hay motivos para suponer que esa fue su
dedicación desde sus comienzos. Si esto fuera cierto y estuviera confirmado, el
maristán de Granada sería el primer hospital mental construido en toda Europa.
En general, los hospitales musulmanes fueron establecimientos más
propiamente médicos que sus homólogos cristianos. Solían ser médicos los que
decidían la admisión de pacientes y los distribuían en salas especializadas. Se
realizaban visitas a los enfermos periódicamente y se escribían las órdenes de
tratamientos. Algunos hospitales contaban con sus propias librerías y
farmacias, y sus instalaciones solían ser aprovechadas para la docencia de
nuevos médicos. La mayor presencia de los médicos se explica, sobre todo,
porque los bimaristanes no fueron fundados por una iglesia ni estuvieron
asistidos por monjes, de manera que su control y sus objetivos pudieron ser más
estrictamente médicos.
Los bimaristanes fueron instituciones políticas fundadas por las
autoridades y las personas más acaudaladas, sostenidos por donaciones,
impuestos y limosnas obligatorias para todo musulmán. Aunque es innegable que
existía una sanción religiosa para todo ello. El patrocinio de los hospitales
se consideraba un signo de la verdadera piedad y se prometían recompensas
espirituales. Recordemos la lápida fundacional del maristán de Granada, en la
que el sultán dice: “esperar de Dios su
recompensa”. Estas construcciones fueron también símbolo del poder, la riqueza y la
generosidad de sus fundadores.
HOSPITALES CRISITANOS OCCIDENTALES
Capitel del hospital del monasterio de Poblet, muestra tres enfermos ocupando una misma cama.
Siglo XIII
A finales del siglo V comenzaron a fundarse en Roma hospitales que
seguían el modelo de los “xenodocheia “bizantinos. Sin embargo, en la parte occidental del imperio, la descomposición y la
despoblación de las ciudades hizo imposible implantar el sistema bizantino de
hospitales urbanos. Además, los médicos laicos escaseaban. En estas
circunstancias, la Iglesia asumió enteramente la atención a los necesitados, en
instituciones eclesiásticas en las que nos e diferenciaba a los enfermos de los
pobres.
En las decadentes ciudades occidentales de la Alta Edad Media, fuero los obispos quienes
instituyeron la beneficencia, impulsados por las directrices de los concilios
que obligaban a dedicar parte de las rentas episcopales al sustento y
alojamiento de los pobres. Así hizo, por ejemplo, el obispo Masona cuando fundó
en el año 589 el xenodochium de Mérida.
Xenodoquio del obispo católico Masona de Mérida
Siglo VI
Estos albergues para toda clase de menesterosos fueron llamados “hostales
de Dios” y se encontraban generalmente al lado de las catedrales y los palacios
episcopales. Sin embargo, fue en los monasterios rurales donde se organizó la asistencia
más típica de la Alta Edad Media. Además, conservaban los restos escritos del saber antiguo
y algunos monjes llegaban a adquirir conocimientos médicos. Así, los
monasterios medievales organizaron la asistencia de los monjes enfermos y de
los huéspedes que se acogían a su amparo.
La estructura ideal de un monasterio medieval puede verse en un plano
copiado hacia el año 820 y conservado en la Abadía de San Gall.
Plano y vista aérea de la Abadía de San Gall (Suiza)
Siglo VII
Este plano,
aunque nunca llegó a realizarse enteramente, estaba inspirado en las villas
romanas. Aparecen tres edificaciones principales hospitalarias monacales: el
infirmarium, para los monjes enfermos; el hospitale pauperum, para los pobres y
peregrinos (de aquí provino la palabra “hospital”); y la casa para huéspedes
distinguidos. Adjuntas a ésas existían otras dependencias menores, como la casa
del médico, la casa de las sangrías y el huerto medicinal.
El cuidado de los enfermos integraba la asistencia espiritual con la
material. Los enfermos admitidos solían comenzar recibiendo el evangélico
lavado de pies, para posteriormente participar de las oraciones y oficios
divinos. Las medicinas eran raras y los tratamientos principales eran el
reposo, el calor, la dieta, las hierbas, los ungüentos y las sangrías. Las
labores médicas eran asumidas por los propios monjes. Sin embargo, este periodo
de medicina monástica terminó en el siglo XII. Las ciudades europeas crecieron,
la economía autosuficiente desapareció y los monasterios se hicieron incapaces
de atender todas las necesidades sanitarias de los nuevos tiempos.
A partir del siglo XII aparecieron en Europa nuevas formas de asistencia
hospitalaria que recibieron su primer impulso de las órdenes hospitalarias
surgidas tras las cruzadas. En el año 1113 quedó constituida la nueva Orden de
los Caballeros Hospitalarios de San Juan de Jerusalén (que ha perdurado hasta
la actualidad como Orden de Malta).
Esta orden, dedicada al cuidado de los
peregrinos y, especialmente, a los enfermos, mantuvo un gran hospital en
Jerusalén organizado según el modelo de los xenones bizantinos. De acuerdo con
ese modelo, el reglamento de su Hospital de San Juan de Jerusalén establecía una plantilla permanente
de cuatro médicos y cuatro cirujanos. Por otra parte, los Caballeros
Hospitalarios desarrollaron una nueva ética asistencial que combinaba la
caridad cristiana con el código caballeresco feudal. Así, procuraban “tratar a los enfermos como los vasallos
sirven a sus señores”. Estos caballeros acumularon rápidamente privilegios
y donaciones materiales en toda Europa. En su expansión, fueron construyendo en
las ciudades europeas hospitales regidos por normas similares a las del
Hospital de Jerusalén. Durante el siglo XIII, con el auge de las ciudades
europeas, se siguieron construyendo estos tipos de hospitales.
No obstante, los hospitales europeos a finales de la Edad Media seguían
siendo instituciones casi exclusivamente eclesiásticas. Los médicos laicos se
fueron incorporando muy poco a poco.
Los profesionales de la medicina no pasaron de atender consultas
ocasionales hasta el siglo XIV, en el que algunos hospitales incluyeron sus servicios
permanentes.
El monopolio eclesiástico y la ausencia de profesionales médicos
constituyen precisamente las características distintivas de los hospitales
medievales occidentales. No obstante, las transformaciones socioeconómicas de
los últimos siglos de la Edad Media, sobre todo, el crecimiento de las ciudades
y el aumento de la inmigración urbana, puso en marcha el proceso que iba a
conducir a la aparición de los hospitales modernos.
LEPROSERÍAS Y HOSPITALES DE APESTADOS
Durante la Edad Media apareció un tipo de hospital cuya finalidad era la
marginación del enfermo, generalmente contra su voluntad. Los primeros
hospitales que cumplieron esta función fueron las leproserías, también llamadas
casas de San Lázaro o lazaretos. Este sobre nombre proviene de una tradición
que aseguraba que Lázaro de Betania, resucitado por Jesucristo, había padecido
este mal. Motivo por el cual la lepra fue llamada “el mal de San Lázaro” y
puesta bajo la advocación de este santo.
La Iglesia cristiana desempeñó un papel fundamental en la creación de las
leproserías, además, elaboró procedimientos para identificar al leproso y
rituales para excluirlo de la comunidad. El rigor de la marginación, no
obstante, no fue igual en todos los tiempos y lugares. Hasta el año 1100 se
procedía a una simple separación del leproso, que no conllevaba aislamiento ni
reclusión total. El periodo más estricto, y más aislacionista, fue el
comprendido entre 1100 y 1350, pudiéndose hablar de una simple estigmatización
y evitación del leproso.
La primera leprosería documentada es la que fundó Gregorio de Tours en el
siglo XI. Posteriormente, muchas leproserías de la Alta Edad Media fueron
agrupaciones de cabañas alrededor de una Iglesia dedicada a San Lázaro, y
protegidas por una muralla que solía incluir un huerto y un cementerio. Estaban
edificadas fuera de las ciudades, pero cerca de las grandes intersecciones de
caminos y rutas de peregrinación, con el objetivo de facilitar la obtención de
limosnas.
Durante las Cruzadas existió en las afueras de Jerusalén un hospital
dedicado a los leprosos y atendido por una comunidad monástica que al poco
tiempo se convertiría en la Orden de los Caballeros de San Lázaro de Jerusalén.
Esta orden llegó a asumir el cuidado de múltiples leproserías extendidas por
toda Europa, que frecuentemente seguían el modelo de la leprosería de Jerusalén
(el número de leproserías alcanzó su máximo en el siglo XIII).
Durante la peste negra de 1348 el número de leprosos había disminuido ya
considerablemente y muchos antiguos lazaretos fueron utilizados para el
aislamiento de enfermos de peste. Aunque también fueron construidos
establecimientos nuevos para el aislamiento y cuarentena de estos otros
enfermos. Entre los primeros estuvo el construido por los venecianos en 1403 en
una isla cercana. Entre los de mayor tamaño se encuentra el de Milán.
Aunque las casas de apestados acabaron llamándose lazaretos, diferían de
estos por disponer generalmente de algún servicio médico suministrado por los
“médicos de la peste” contratados al efecto; y también por estar sometidas a un
aislamiento mucho más estricto, vigilado por guardias.
Patricia.
Fuente:
Sánchez González, M.A. (2012) Historia de la Medicina y Humanidades Médicas. Elsevier (España).
Sánchez González, M.A. (2012) Historia de la Medicina y Humanidades Médicas. Elsevier (España).
Sánchez Granjel, L. (1981) La Medicina española antigua y medieval. Universidad de Salamanca (España).
No hay comentarios:
Publicar un comentario