Grupo de 4º de Arqueología de la UCM: Helena Muñoz, Patricia González, Andrea de Juan y Nuria Schlesinger.

jueves, 29 de octubre de 2015

Luchas y Duelos medievales.



Andrea:




Duelos

A través de las justas llegaron a formarse auténticas asociaciones deportivas ya durante la Edad Media, por ejemplo en Alemania Ilegaron a formarse cuatro grandes asociaciones: Rhin, Franconia, Suabia y Baviera, dentro de las cuales existían subdivisiones, la del Lobo, la de la Ardilla, la del Pez y otras con nombres similares. Era preciso pertenecer a alguna de estas asociaciones para poder participar en las justas, sin embargo este tipo de combate procedía de una postura libre y personal: el desafío. Retar a alguien a un desafío era similar a una proposición de guerra, así, una vez más, vemos como las costumbres bélicas a menudo adquirían una dimensión deportiva en la Edad Media. Durante esta época era el caballero quien ponía sus propias reglas del juego y las ofrecía a todos los asistentes.  Algunos Ilevaban colgando del brazo, el cuello o la pierna una empresa o un emblema, y recorrían el mundo ofreciendo combate a todo aquel que quisiera.

Los desafíos funcionaron en un gran número de culturas, sobre todo en las clasistas y entre las castas guerreras, y su objetivo era el de potenciar el honor y la competitividad. EI honor es un sentimiento de casta, es decir, para que haya reto es preciso que quien lo lanza considere a quien lo recibe digno de ser desafiado. Por lo que eI noble debe de estar siempre en estado de alerta, dispuesto a enfrentarse a la menor ofensa o duda de su honor y capacidad. Así pues el desafío implica una complicidad objetiva entre el desafiado y el desafiante, es decir, que ambos deben aceptar los mismos valores, por lo que han de someterse a un código del honor. Un noble no puede desafiar a un villano.

Otra forma de combate fue el combate lúdico practicado por la aristocracia europea de la Edad Media, única clase social que podía portar armas. EI duelo, permitía zanjar un desacuerdo, "lavar" una ofensa o hacer gala del honor en cualquier circunstancia. EI duelo, que no tenía parangón en ninguna.  Así pues el duelo fue reconocido y tenido como el medio más adecuado de zanjar una desavenencia irreconciliable fuera de los tribunales. Sin embargo con el paso del tiempo el duelo se fue convirtiendo en un deporte dando lugar a la esgrima. 



Luchas

A pesar de la destreza que exigía la lucha, ésta se quedó como un rudo ejercicio de fuerza, un rasgo muy común en los ejercicios practicados durante la Edad Media, prestándose mucho mejor que los combates armados a una reglamentación, aproximándose así un poco más a nuestra idea del deporte. La lucha fue, durante la Edad Media, un ejercicio practicado por los señores y a la vez por los siervos. Ésta estaba  ampliamente difundida entre las clases populares, en las que era uno de los únicos juegos que disponían para su distracción.

Estos combates de lucha se celebraban en los intermedios de las justas y torneos, en presencia de reyes, magnates y damas. El reglamento de estas luchas no era mucho pero había algunas normas como la de no golpear por debajo de la cintura. Entre los bretones no se celebraba una fiesta sin un torneo de lucha, lo mismo se puede decir de los luchadores leoneses, gallegos, canarios de origen guanche y castellanos. Los campeones de estas modalidades gozaban de cierto renombre, por lo que los nobles también participaban en ellas.  

La lucha se tenía por una actividad física de gran popularidad, aun considerando las variantes que se podían producir según el territorio o la clase social a la que se perteneciese. Fue una modalidad deportiva que, hasta el principio de la Edad Moderna, se extendía por Europa, por todas sus clases sociales y por casi la totalidad de las edades. EI pueblo celebraba sus luchas en espacios abiertos, en presencia de público y mediando apuestas, lo que producía unos combates con unos reglamentos muy laxos. Cada lugar y clase tenía sus propia modalidad de lucha. La lucha popular era un elemental ejercicio de fuerza que consistía en derribar al contrario; pero ahí comenzaban las variaciones en cuanto a la posición de los adversarios al comienzo del asalto, el atavío reglamentario, las Ilaves permitidas, el lugar por donde se podía agarrar, la definición del derribo y la duración de los asaltos. En algunas regiones del Este de Europa, por ejemplo, los luchadores sólo podían utilizar el brazo derecho para hacer tambalear al oponente. El más leve desplazamiento de un pie significaba la descalificación. En casi todo el territorio alemán se prohibían las Ilaves y los golpes por debajo de las caderas. En los valles de Suiza y del Tirol, así como en Islandia, se practicaban hasta hace poco tiempo diversas variedades de la lucha Ilamada swingen en la que la parte cubierta por el calzón del luchador quedaba fuera del contacto y ataque del adversario. 

La lucha también fue una de las actividades físicas practicadas por los judíos sefardíes, aunque no de manera muy frecuente, tanto por falta de interés como por su imposibilidad de aplicarla con con ciudadanos de otras creencias religiosas, lo que les hubiese llevado a procesos judiciales, que casi siempre les consideraba culpables; no obstante, lo practicaban entre ellos como preparación para posibles contiendas y como forma de mantenimiento físico, por el valor que entre los judíos se daba a la fuerza física.

Por su parte la nobleza practicaba la lucha en lugares cerrados y con formas exclusivistas, con muchas ceremonias, como en los torneos y duelos, y unos reglamentos muy elaborados y ritualizados. Estos reyes y señores practicaban la lucha como algo muy útil en las guerras en las que los combates cuerpo a cuerpo eran muy frecuentes, incluso a caballo o en determinadas circunstancias en los duelos. 


Fuente:
- FÉRNANDEZ, J (2008). “El deporte en sefarad durante la Edad Media”. Revista de Historia do Esporte. Vol 1, número 1, Junio.
- SALVADOR, J (2006). El deporte en Occidente: Historia, Cultura, Política y Espacios. Tomo II. Tesis doctoral. Universidad de La Coruña.


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