Grupo de 4º de Arqueología de la UCM: Helena Muñoz, Patricia González, Andrea de Juan y Nuria Schlesinger.

lunes, 9 de noviembre de 2015


MEDICINA EN LA EDAD MEDIA



 HIGIENE 
Sarcófago de pórfido en forma de bañera, donde se enterró al rey ostrogodo Teodorico, en Rávena -
Sarcófago de pórfido en forma de bañera, donde se enterró al rey ostrogodo Teodorico (Rávena)


Los médicos árabes cultivaron especialmente la higiene personal. Desarrollaron los llamados “reigimina sanitatis” (regímenes de salud), que eran tratados en los que se pretendía fomentar la salud de algún personaje importante, reglamentando en formas sistemáticas las “seis cosas no naturales”. Un claro precedente de estos “regimina” puede encontrarse en las recomendaciones higiénicas que se encuentran en el Liber Regius de Ali Abbas (siglos X), y en el libro Sobre la dieta de Isaac Iudaeus. Por su parte, Maimónides (1135-1204) escribió un famoso Regimen sanitatis para el sultán de Damasco. En el Occidente cristiano gozaron de gran productividad los regimina sanitatis. Uno de los más famosos fue el Regimen Sanitatis Salernitanum, escrito en la Escuela de Salerno. 


Durante la Edad Media apareció el nuevo objetivo de prolongar la vida, probablemente por influencia de la alquimia. En la obra de Roger Bacon se recomiendan alimentos, baños, ejercicios y remedios alquímicos para conservar la juventud. La dietética clásica también inspiró los intentos europeos por adaptarse a las tierras recién descubiertas. Se pensaba que la constitución de las personas estaba determinada en parte por la constitución del lugar en el que vivían, por eso emigrar a otras tierras significaba un peligro para la salud, y había que aclimatarse gradualmente introduciendo ciertos cambios en el régimen de vida.
En el siglo XVI comienzan a aparecer tratados que unen la mortalidad con la higiene personal. El cristiano había contribuido, desde la Antigüedad, a dar un tinte ascético a la higiene, condenando algunos vicios (gula, embriaguez…) que los higienistas desaconsejaban.

Sarcófago de Pedro El Grande, III de Aragón y II de Barcelona. La bañera, realizada también en pórfilo, en este caso era una reutilización del mundo romano.

En relación a la higiene pública, durante la Edad Media fue cuando se empezaron a tomar medidas para evitar la transmisión de ciertas enfermedades. Creación de los lazaretos y las medidas de cuarentena ante la peste negra.
Durante el Renacimiento aparecieron los primeros tratados sobre las enfermedades asociadas a ciertas ocupaciones, relacionados con la higiene laboral.

 FÁRMACOS 

No se cambió básicamente el modelo antiguo. Los autores árabes incorporaron a la materia productos africanos y asiáticos. De esta forma, Ibn-Al-Baytar de Málaga (en el siglo XIII) incluyó cerca de 1500 remedios.
En general, la medicina islámica prestó bastante atención a los remedios botánicos y químicos. Por ellos muchos términos químicos son de origen árabe: alcohol, álcali, elixir, alambique…
La farmacia llegó a ser en el mundo árabe una profesión respetada, independiente de la medicina, pudiendo ver un ejemplo de éstas en la imagen de la izquierda.


Herbario medieval

CIRUGÍA
Tratamiento de hemorroide
Tratmiento de hemorroides, operación de vista, etc.

Durante el periodo alto medieval de “medicina monástica”, los monjes asumieron la práctica de la medicina, y ocasionalmente también de la cirugía, pero las jerarquías eclesiásticas acabaron limitando tales actividades “seculares”. El edicto definitivo fue promulgado por el Concilio de Tours en 1163, para prohibir la práctica de la cirugía a los monjes, bajo el lema: “Ecclesia abhorret a sanguine” (la Iglesia aborrece la sangre).
Perteneciendo a una tradición distinta, existieron, al menos desde el siglo X, operadores empíricos especializados en alguna intervención en particular (hernias, batido de cataratas, litotomías…). Éstos viajaban continuamente de un lado para otro, y su carácter ambulante les permitía afrontar mejor el alto riesgo de estas intervenciones y el posible descontento de sus clientes. En el mundo islámico existió una cierta aversión hacia las prácticas quirúrgicas. El único autor árabe que escribió un libro exclusivamente dedicado a la cirugía fue Abulcasis de Córdoba (936-1013). Su obra se inspiró en un autor griego y comienza lamentándose de que “ya no se honra a la cirugía entre nosotros. En su decadencia actual, ha desaparecido sin dejar casi ningún rastro… yo me he resuelto a restaurar esta ciencia”. No obstante, su obra tuvo poca influencia en el mundo islámico, pero si fue grande la repercusión que tuvo en el occidente cristiano después de su traducción al latín en la Escuela de Toledo. Su libro estaba dividida en tres partes: a) el uso del cauterio (muy utilizado entre los árabes); b) de los instrumentos cortantes, y c) de las fracturas y luxaciones. Destacan sus descripciones y dibujos de una gran cantidad de instrumentos quirúrgicos, muchos de ellos diseñados por él mismo.

Durante la Baja Edad Media, se escribieron los primeros tratados quirúrgicos del occidente cristiano (siglo XII) en la Escuela de Salerno. El más antiguo de ellos es anónimo, basado en Pablo de Egina y Abulcasis, se conoce con el nombre de Cirugía de Bamberg (por la ciudad en la que se conservó el manuscrito). Poco después escribió Rogerio Frugardi  su Practica chirurgiae, que fue la base del resurgimiento quirúrgico bajo medieval en las universidades del norte de Italia y de Francia.
En el siglo XIII destacó la Universidad de Bolonia, que fue de las pocas que toleraron el cultivo de la cirugía. La máxima figura de la cirugía francesa de aquella época fue Guy de Chauliac (1298-1368). Su Chirugia magna fue el libro quirúrgico más influyente durante los dos siglos siguientes. Y su obra no fue superada hasta el Renacimiento. Describe, entre otras cosas, las técnicas anestésicas de su tiempo (esponjas impregnadas con opio, hiosciamina, raíz de mandrágora, hiedra y cicuta).
Representaciones de "El Hombre Herido", en las que se mostraba a un hombre herido por distintas armas en distintas partes del cuerpo. Explicaba las complicaciones de éstas y los posibles tratamientos a seguir.
Surgen a partir de la publicación en Venecia del Fasciculus Medicinae de Johannes de Ketham (1492)

La mayoría de los cirujanos pertenecieron a una tradición culta y universitaria, pero esto fue una excepción que sólo perduró en algunas facultades de medicina del sur de Europa, mientras que las universidades norte-europeas rechazaron el estudio de la cirugía por considerarla una actividad no científica, impropia de la universidad, y un trabajo manual indigno de los médicos. Un cirujano comentó que no debía de existir una diferencia entre medicina y cirugía, que un buen cirujano debía tener una buena formación médica y a la inversa. El rechazo que experimentaron los cirujanos en las universidades les condujo a asociarse en cofradías y gremios, independientes de los médicos, pero más en relación con el trabajo de los barberos, con quienes mantenían conflictos de competencias laborales.
En el siglo XIII, Jean Pitard, cirujano real, fundó en París la primera cofradía puramente quirúrgica, bajo la advocación de san Cosme y san Damián. Esta cofradía se uniformó a sí misma con una bata larga, mientras que los cirujanos-barberos permanecieron uniformados con una bata corta, símbolo de menor prestigio. Pero, con el tiempo, este tipo de cofradías exclusivamente quirúrgicas fueron suplantadas en el ejercicio práctico de los gremios, más numerosos, de los cirujanos-baberos. En Inglaterra, el rey Enrique VIII resolvió las disputas entre barberos y cirujanos fundado una “Real comunidad de barberos-cirujanos”, de forma que los cirujanos más experimentados debían abstenerse de afeitar y cortar el pelo, y los barberos no debían de realizar ninguna labor de cirugía mayor. Aunque había actos quirúrgicos que podían ser efectuados por unos o por otros, como las sangrías y las extracciones dentarias. 
Por otra parte, estos cirujanos-barberos, mucho más numerosos que los médicos universitarios, asumieron de hecho buena parte de lo que hoy llamaríamos “atención primaria” del pueblo llano, para el que no resultaba accesible la medicina.


El aprendizaje en los gremios de cirujanos-barberos seguía los cauces habituales en los oficios. Y así, quienes practicaban la cirugía tenían en general una escasa instrucción teórica. No obstante, en el seno de estos gremios se fue acumulando una experiencia directa y , algunos miembros, generalmente en relación con el ejército, comenzaron a escribir libros de cirugía en idioma vernáculo, distinto del latín que prevalecía en las universidades.


Patricia.
Fuente:
Sánchez González, M.A. (2012) Historia de la Medicina y Humanidades Médicas. Elsevier (España).
Sánchez Granjel, L. (1981) La Medicina española antigua y medieval. Universidad de Salamanca (España).

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