¡Buenas tardes! Con esta entrada cerramos el ciclo de preparación del escenario y que mejor manera que, al igual que hiciera Helena, hablando del vestuario y como lo hemos elaborado. Y es que… ¿qué sería de una recreación sin un buen atuendo? ¡Manos a la obra!
Crear un vestido medieval es una labor relativamente sencilla gracias a la abundante documentación preservada. En este caso, y sin restar laboriosidad al proceso, quisimos crear un vestido de mujer perteneciente a la clase popular.
Para mi traje decidí buscar por casa elementos susceptibles de ser utilizados para este fin. Mi idea era crear una prenda relativamente básica y versátil de tal modo que fuera apta para las dos concursantes.
Partiendo de un vestido de lino de color morado nos pusimos manos a la obra.
El uso de colores planos en la vestimenta era muy habitual en el medievo y, especialmente, de colores relativamente oscuros entre las clases populares, frente a las tonalidades más vivaces empleadas por las clases pudientes.
Los cuellos de los vestidos eran sencillos y amplios, las mangas de las camisas amplias, los detalles que marcaban la diferencia estaban en las costuras donde procedían a dejar volar la imaginación, no en el caso de nuestro traje.
Igualmente existía todo un código relativo al peinado. Entre las mujeres cristianas jóvenes solteras era habitual ver el pelo suelto o recogido tras la cabeza con una cinta. Por contra, las mujeres musulamanas tienden a incorporar tocados o velos con flecos, sencillos, a sus trajes.
Como es evidente este traje es una mera adaptación y representación de algunos de los detalles de la vestimenta medieval que se conocen y en ningún caso representa la enorme variabilidad existente.
Nuestro traje comenzó con un vestido de corte recto que, como ya hemos dicho, era de lino teñido de morado. Las mangas, poco acordes con el modelo medieval procedimos a descoserlas y en su lugar realizamos un tirante ancho.
Configurado el exterior, es muy característico del periodo las camisas simples y amplias con mangas anchas por lo que incluimos bajo el vestido una camisola de este tipo que además sobresalía levemente por el cuello redondo haciendo la prenda más vistosa.
Finalmente, lo más importante, en este caso fue el tocado. Y es que, fue gracias a este leve detalle como buscamos individualizar los dos escenarios y sus concursantes.
Como ya hemos dicho las mujeres jóvenes cristianas solteras solían llevar el cabello suelto tan solo recogido con alguna cinta. En este caso el cabello aparece suelto y sujeto tras la cabeza.
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Mujer musulmana y mujer cristiana |
En el caso de la concursante andalusí realizamos un velo que pasara sobre la frente con una cinta y se abriera en el cogote finalizando en flecos, tal y como podemos ver en las escenas pictóricas del periodo. Sin embargo, no penséis que fabricar este velo fue labor de ingeniería alguna. Una vez más, usamos elementos que encontramos en cualquier casa, en este caso, un pareo blanco que debidamente doblado y sujeto nos permite incorporar este detalle a nuestro vestuario.
Recopilados todos estos elementos solo faltaba encender la cámara y comenzar a grabar. El resultado, la reflexión final y objetivo de este programa lo desglosaremos en nuestra última entrada. Poco más queda por decir así que… ¡acción!
Nuria.
Bibliografía entradas I, II y III:
ALMODÓVAR, M.A. (2007)
: La cocina del Cid. Historia de los yantares y banquetes de los caballeros medievales. Ediciones Nowtilus: Madrid.
BENSADÓN, A. (2006): Dulce lo vivas: la repostería sefardí. Ediciones Martínez Roca: Madrid.
DIAZ-PAJA, F. (1993): La vida cotidiana en la España musulmana. EDAF: Madrid.
ELÉXPURU, I. (1994): La cocina de al-Andalus. Alianza Editorial: Madrid.
GARCÍA-LORDA, P., SALAS-SALVADÓ, J. y SÁNCHEZ RIPOLLÉS, J. (2005): La alimentación y la nutrición a través d ella historia. Novartis: Barcelona.
SCULLY, T. (1995): The art of cookery in the middle ages. The Boydell Press.